Descripción
Daniel Schavelzon
LA HISTORIA DE KURTH, EL FALSIFICADOR
Planeta
Páginas: 224
Formato: 14X21
Subtítulo:
Peso: 0.4 kgs.
ISBN: 978-950-49-8179-4
Este libro cuenta la vida de un niño que huyó de la guerra en Alemania y se armó con gran esfuerzo otra en la Argentina. Una historia que escuchamos innumerables veces. Pero con una particularidad a lo largo de casi cincuenta aflos, sin que nadie lo identificase, Kurth dedicó su vida a le falsificación de arte de todo tipo, con una pasión y une creatividad que plantean la pregunta de si no fue un verdadero artista: un artists de la falsificación
Cauto y desconfiado, hasta su nombre era falso. Dedicó sus días a montar una serie infinita de espejos para alejar a la ley y no ser conocido, para pasar desapercibido y poder seguir con su labor delictiva. Y le fue bien. Nadie se interesó en su industriosa producción hasta que la misteriosa muerte de su hijo anticuario, en París, puso a Daniel Schávelzon-que increiblemente se habla interesado por su historia años antes a raiz de un episodio familiar-una vez más sobre su pista La historia de Kurth, falsificador reúne las conversaciones mettoriosas que Kurth aceptó mantener con el autor antes de fallecer, en las que por primera vez habló de sus trucos, su forma de permanecer anónimo y escamotear los controles de autenticidad de sus obras. Una historia fascinante en la que se cruzan el Buenos Aires de las décadas de 1945 a 1985, el mundo del arte. los anticuarios, los coleccionistas y hasta ins politicos y la policia. Un mundo de oropeles esplendores vacuos de traficantes y mercaderes de ilusiones, de cómplices silenciosos en el que Kurth fue inyectando, con paciencia y dedicación, arte falso contrabandeado (y pagado) como verdaders. Arte que llegó a museos e instituciones especializadas, cuyas paredes sigue omando aun hoy, Con el ritmo de una novela policial. Schávelzon narra su búsqueda detectivesca en las bambalihas del mundo de los anticuarios tras los pasos de un personaje artiano de came y hueso ante cuya astucia y habilidad no podemos sino maravillamos.